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La hipnosis: mito o realidad

Publicado en La Voz de El Viso en abril 2016.

La hipnosis es uno de los procedimientos de intervención psicológica que tradicionalmente más ha estado rodeado por un halo de misterio al asociarse desde tiempos remotos a la magia y a la sobrenaturalidad. Sin embargo, las teorías y modelos acerca de la hipnosis han evolucionado enormemente desde que Friedrich Anton Mesmer plantó la primera semilla que llamó fuertemente la atención de la comunidad médica acerca de la hipnosis. De esta manera, el desarrollo de la hipnosis en el tiempo ha ido consolidando caminos que la han acercado al paradigma científico contemporáneo. En este orden de cosas, y pese a que en la actualidad perviven diferentes marcos teóricos acerca de la hipnosis (psicodinámico, ericksoniano, etc), el modelo cognitivo- conductual o sociocognitivo se ha posicionado como el enfoque preponderante de la hipnosis, principalmente, por haber sido el que ha recibido el mayor respaldo empírico a la hora de dar cuenta comprehensivamente del procedimiento hipnótico y de lo que en él acaece, aludiendo para ello, específicamente, a variables de tipo contextual y socio- cognitivo. Sin embargo, aún en la actualidad, continúan persistiendo mitos y creencias erróneas expandidas por la sociedad acerca de la hipnosis que llevan, en muchas ocasiones, a que los pacientes rehúsen seguir un tratamiento rotulado como “hipnótico” e, incluso, a que psicólogos y médicos miren a la hipnosis con cierto miedo o escepticismo.

A pesar de la incredulidad que aún predomina entre muchos profesionales, la hipnosis clínica goza actualmente de un fuerte respaldo empírico en cuanto a su eficacia y eficiencia como coadyuvante de los tratamientos médicos y psicológicos bien establecidos para intervenir en diversas problemáticas de tipo físico y/o psicológico. De este modo, la hipnosis clínica es un tratamiento eficaz para el manejo del dolor, tanto crónico como agudo, y de los elementos emocionales del asma y un tratamiento probablemente eficaz, como coadyuvante o adjunto a determinadas terapias eficaces de por sí, para la depresión, determinados trastornos del sueño, la reducción del peso, el tabaquismo, la enuresis infantil y para manejar la ansiedad asociada a diversas intervención médicas y quirúrgicas. Por otra parte, la hipnosis se presenta como una técnica de intervención coadyuvante enormemente prometedora en muchas otras áreas de tratamiento, como, por ejemplo: los trastornos de ansiedad, la obstetricia o los trastornos psicosomáticos, entre otras. Del mismo modo, numerosos estudios han puesto de manifiesto que la hipnosis, una técnica coadyuvante carente de yatrogenia, también ayuda a incrementar la eficiencia de los tratamientos a los que se adjunta, reduciendo en muchas ocasiones los esfuerzos, el tiempo y la inversión económica requerida para alcanzar los objetivos terapéuticos propuestos en la intervención. Por todo lo anterior, se concluye en que es una cuestión ética y deontológica avanzar en el estudio experimental y clínico de la hipnosis para poder proveer a los distintos tipos de pacientes de una técnica que, carente de efectos secundarios, puede potenciar los beneficios de los tratamientos psicológicos y médicos a los que deben someterse.

Realidad sobre la hipnosis terapéutica (*)

  1. Las respuestas a las sugestiones son actos con los que el paciente se compromete y dichos actos no dependen de un poder sobrenatural que el terapeuta puede tener; el terapeuta solo guía y ayuda al paciente a experimentar las respuestas a las sugestiones.
  2. Las respuestas a las sugestiones dadas por el paciente son automáticas pero voluntarias, él/ella es el único que puede (o no) iniciarlas.
  3. Lo que ocurre durante una sesión de hipnosis depende principalmente de la implementación de ciertos recursos del paciente. Estos recursos, a través de la hipnosis, se activan de forma similar a como lo hacen en diferentes momentos de la vida diaria.
  4. La hipnosis no implica reacciones únicas y extraordinarias, sino actos que se suelen suceder en la vida diaria, actos que suelen activarse y desactivarse en determinados momentos de nuestra vida.
  5. La hipnosis se concibe como una estrategia de autocontrol, incluso cuando se requiere menos esfuerzo consciente por parte del cliente para regular ciertos comportamientos.
  6. Ser hipnotizado no implica entrar en un trance o estado alterado de consciencia, sino que conlleva la preparación e implementación de los recursos mentales del paciente que, muy frecuentemente, en nuestra vida diaria, nos permiten activar respuestas que solemos percibir como automáticas.
  7. Casi todo el mundo puede ser hipnotizado en algún grado o ser entrenado para llegar a serlo.

*Extraído de Coe (1980), Kirsch (1994) (ambos citados en Capafons, 2004) y González Ordi (2001).

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