Publicado en La Voz de El Viso en marzo 2016.
Ser niño es una de las etapas evolutivas más bonitas y al mismo tiempo más difíciles. A medida que el niño crece se va enfrentando y superando a diferentes ciclos, en continuo cambio y aprendizaje, sucede que algunos niños experimentan el miedo o temor a situaciones.
El miedo es una emoción primaria imprescindible para la supervivencia y desarrollo del individuo. Los niños se ven afectados por diversos temores que se diferencian según la intensidad, dicha intensidad depende del desarrollo de la imaginación del niño y de la compresión propia del mundo que le rodea. Cuando un niño vivencia ciertos temores, la forma sana de abordarlos es construir puentes para superar los y adaptarse a nuevas situaciones. Ante una situación de temor los niños despliegan todas sus destrezas para superarlo, realizando rituales para la desaparición del miedo. A menudo, dichos patrones conductuales o rituales no son eficaces (por ejemplo esconderse debajo de la sábanas) pero les incentiva para seguir gestando y creando nuevas soluciones.
Situaciones atemorizantes centrales según la edad del niño:
- 0-6 meses: sonidos enérgicos, pérdida repentina de apoyo y soporte.
- 7-12 meses: miedos a la separación de los padres, a extraños.
- 1 año: Separación de los padres, heridas y ruidos fuertes.
- 2 años: Separación de los padres, ruidos fuertes, animales.
- 3 años: Oscuridad, animales, personas disfrazadas.
- 4 años: Separación de los padres, ruidos, animales, oscuridad.
- 5 años: Daños físicos, separación de los padres, ruidos, animales, oscuridad.
- 6 años: Oscuridad, seres imaginarios (monstruos, fantasmas, brujas etc), daños físicos, tormentas.
- 7-8 años: Quedarse solo, seres imaginarios, oscuridad, que los demás se rían de él.
- 9-12 años: Oscuridad, muertes, tormentas y truenos, exámenes, daños físicos.
Cómo abordar los temores de nuestros hijos.
Los padres en esta situación tienen una ardua tarea, pues primero deben hallar el equilibrio entre tranquilizar al niño ante la situación y confirmar cual es la causa u origen del miedo que el niño experimenta. Nunca se debe de ridiculizar o minimizar el miedo vivenciado por el niño, pues ante esto el niño no confiará y evitará contarlo, así no podremos abordarlo. También es inapropiada utilizar técnicas de enfrentamiento ante el personaje imaginario (monstruos), pues así de manera indirecta y sin darnos cuenta estamos induciendo a que realmente dicho personaje existió.
Algunas sugerencias que los padres pueden utilizar:
- Escuchar al niño cuando hable del miedo, prestándole atención y no interrumpirlo. Nuestras palabras reflejan y normalizan nuestro mundo, por eso es necesario que el niño hable la situación.
- Cuando tengamos suficiente información sobre el origen del miedo, podemos tratar de poner en duda situaciones que el niño cuenta pero sin minimizarlas. Ejemplo: ¿el monstruo solo aparece de noche? ¿y crees que el monstruo a lo mejor le da miedo aparecer de día? Este monstruo también tiene miedo.
- Poner nombre a las emociones, así el niño será capaz de expresarse mejor de lo que le sucede.
- Si el niño no quiere hablar del tema, podemos invitarle a que hacer un dibujo o a escribir una historia juntos sobre el contenido en cuestión.
Pautas para evaluar cuando el miedo de nuestros hijos requiere la ayuda de un profesional:
- Los temores afectan a la vida cotidiana del niño (no duerme bien, pierde el apetito…).
- La intensidad del miedo es mayor que el promedio de los niños de esa misma edad.
- Los miedos están presentes de forma continua durante más de un mes.
- El miedo provoca gran angustia a nuestro hijo y es difícil de controlar por el propio niño.
- El miedo provoca que el niño evite ciertas situaciones.
- Experimenta ansiedaden diferente contextos (escuela, casa, parque…)