Publicado en La Voz de El Viso en mayo 2019.
Esta pregunta es típica cuando una persona no halla la felicidad plena. Así que en lugar de preguntarnos ¿qué realmente quiero?, lo que hacemos es imponernos metas llenas de deseabilidad social, o en su defecto, de recursos materiales. La felicidad la ajustamos acorde a unos cánones exteriores que determinara nuestra propia satisfacción. Evidentemente no somos responsables muchas veces de las sensaciones que sentimos, pues, aunque lo logremos, es solo un momento de plenitud pero que al ser minúsculo pasa de repente a la frustración y a los sentimientos de derrota.
Sí tengo el trabajo que quiero, disfruto de mi familia, si conseguí todos mis objetivos…. ¿por qué me siento así? Pues la respuesta es sencilla, ¿esos objetivos eran tuyos o los relacionaste con aquello que creías que era la felicidad?
Siempre digo, no me digas lo que te diría yo, cuando hablo contigo quiero escuchar tu voz, aunque no sea el mensaje esperado por mí. Si vives acordes a tu realidad, la felicidad aparece pues en cada movimiento aprendes y creces en el ámbito que has decidido.
Pautas para conectar con tu propia felicidad
- Expulsa los debería. Desde nuestra infancia nos delimitan que es lo mejor, esa carga que nos facilita el aprendizaje al inicio nos limita ante retos creativos que nunca antes tuvimos. Así, si nadie lo consiguió, para llegar a él tendré que buscar caminos alternativos que nunca fueron marcados.
- Vivir en el ahora. Si solo pensamos cuando lleguemos a la meta, veremos el camino muy largo y tedioso; sin embargo, si disfruto de cada piedra del sendero que transito, el mismo ya se convirtió en mi objetivo.
- Aprender del error. Solo probando alternativas diferentes podremos cambiar el resultado. Errar es acércanos al conocimiento desde otra perspectiva, no debemos sentirnos derrotados.
- Optimismo y osadía. Si quiero descubrir nuevos lugares, quizás tendré que salvaguardar los limites establecidos. No se si lo que encontrare me gustara, pero sé que descubriré algo diferente que antes ni sabia que existía. El pensar diferente hace que nos sentimos la mayoría de las veces incomprendidos, pero si somos osados y persistentes lo podemos hacer realidad.
“No me digas que el cielo es el límite, cuando hay huellas en la Luna.”
Paul Brandt