Publicado en La Voz de El Viso en mayo 2018.
La naturaleza se despierta llenando todo nuestro entorno de luz y multitud de colores. El aumento de horas de luminosidad, así como la subida de temperatura hace que nuestros ritmos circadianos o biorritmos se alteren y provoquen que nos adaptemos de una forma u otra ante la nueva situación.
Una parte de la población sufre astenia primaveral que consiste en un episodio transitorio de cambios de humor, agotamiento, tristeza. Evitan cualquier actividad, pues casi todas carecen de interés. En cambio otra sección de la población, la vive de forma intensa, se vuelven más activos, creativos, optimistas e inician mil proyectos sin desfallecer ante ninguno de ellos, aquí aparece la euforia primaveral. Los primeros viven la añoranza de todo lo que perdieron y los segundos ven una oportunidad que cada comienzo (inicio de relaciones, aficiones o trabajos).
¿Por qué nuestras emociones se intensifican? Nuestro reloj biológico entra en funcionamiento y provoca el aumento de hormonas, entre ellas, la oxitocina (hormona del amor), la noradrenalina (hormona anti estrés), la serotonina (encargada del estada de ánimo) y las feromonas (encargadas de la atracción) que nos activan. Pero también el cierto, que sufrimos un aumento de melatonina (la encargada de la regulación del sueño) que aumenta nuestra sensación de fatiga si no logramos un descanso completo.
Estas combinaciones hacen que percibamos e interpretemos nuestro entorno aumentando la presencia de episodios de ansiedad, de euforia, hiperactividad o depresión. Cabe destacar que en primavera, es más frecuente la fase maníaca del trastorno bipolar.
Pautas establecer nuestro día a día:
- Dormir todo el tiempo necesario.
- Practicar ejercicios de relajación.
- Hacer ejercicio moderado
- Implementar una rutina que nos proporcione estabilidad.
- Participar en actividades grupales.
- Hacer una lista de todo aquello que queremos hacer y priorizar.
“La primavera, o te adormece o te altera.”
