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“Si lloras no te voy a hacer caso”: estos son los riesgos de anestesiar emocionalmente a los niños [Recomendado]

Interesante artículo de Rafa Guerrero, psicólogo y Doctor en Educación. Director de Darwin Psicólogos. Miembro de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia. Autor de los libros «Educación emocional y apego. Pautas prácticas para gestionar las emociones en casa y en el aula» (2018), «Cuentos para el desarrollo emocional desde la Teoría del Apego» (2019), «Cómo estimular el cerebro del niño» (2020) y «Educar en el vínculo» (2020).

Vivimos en una sociedad caracterizada por la rapidez, el hedonismo, la competitividad y la huida despavorida de las emociones desagradables. Parece que emociones como el miedo, la rabia o la tristeza nos queman y no tienen el estatus del que goza la alegría. Frases como “si lloras no te voy a hacer caso”, “tampoco es para enfadarse tanto” o “no tengas miedo porque los monstruos no existen” son algunos de los muchos ejemplos que escuchamos diariamente y que demuestran lo incómodas que nos hacen sentir las emociones de defensa. Todos los adultos que estamos alrededor de los niños y adolescentes, seamos madres, padres, maestros o profesionales, queremos que crezcan sanos y rodeados de situaciones positivas. Y está bien que busquemos la felicidad de nuestros hijos y tratemos de que la emoción que más aparezca en sus vidas sea la alegría. Ahora bien, me vais a permitir que os diga que, desde mi punto de vista, está bien que favorezcamos la alegría en nuestros hijos pero sin tratar de encontrarla donde no tiene cabida, donde nadie la debería esperar. En mi humilde opinión, la alegría está sobrevalorada, y os explicaré por qué.

Empezaré describiendo una situación que llamó poderosamente mi atención el verano pasado. Mi hija, que aún no contaba con un año de edad, se encontraba bastante mal y su madre y yo decidimos llevarla a urgencias. Allí nos atendieron muy cariñosamente y dado que no revestía gravedad, nos indicaron que esperásemos en la sala de espera de urgencias. Nada más sentarnos, enfrente de nosotros, había un cartel bastante grande que decía así: “Sonríe, nos gusta verte feliz”. Me impactó leer ese mensaje en una sala de urgencias. Desde luego que la frase tenía muy buenas intenciones pero, ¿quién tendrá ganas de sonreír en un hospital? ¿Y en urgencias? ¿nos sentimos alegres en esos momentos o más bien lo contrario? ¿acaso es malo sentir el miedo o la tristeza en urgencias? Sí, para una buena parte de la sociedad es algo que no se quieren permitir ni quieren dedicar un segundo de su vida en sentir el miedo o llorar la tristeza. Desde luego que nosotros no teníamos ganas de sonreír para que ellos se sintieran felices, y no lo hicimos. En el tiempo que estuvimos en el hospital nadie lo hizo. Al poco tiempo nos llamaron a consulta y, una vez que la pediatra nos dio las indicaciones, salimos más tranquilos y aliviados. En ese momento sí que teníamos más ganas de sonreír, pero antes no. ¿Por qué la sociedad y la gente tienen tanto temor a determinadas emociones? Desregulan e incomodan, ¿verdad? ¿Por qué no podemos enfadarnos, sentir tristeza o miedo? ¿Tan malo es? Estuve varios días dándole vueltas a la frase y a las intenciones de este tipo de mensajes. ¿Por qué nos meten la alegría con calzador y pretenden que huyamos de otras emociones tan desagradables como necesarias?

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Recuerda que en Cabanas Psicología somos expertos en terapias infantiles.

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