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Sin límites: niños tiranos o niños rey

Publicado en La Voz de El Viso en junio 2016.

El síndrome del Emperador, del niño tirano o del niño rey son nombres asignados con los que se conoce el trastorno de comportamiento en niños basado en la agresividad verbal o incluso al maltrato físico a sus padres. Inicialmente aparecen conductas desafiantes o provocadores hacia la autoridad de sus progenitores, incumpliendo normas, saboteando los límites, etc, incluso llegando a la agresión física (empujones inofensivos que finalizan en golpes directos), A medida que van creciendo las agresiones serán cada vez más frecuente y con mayor intensidad.

Posibles causas que lo originan

  • Ausencia de normas definidas. El niño no tiene límites pues no existen normas educativas claras, cada miembro de la familia las modifica según la situación y el niño aprovecha esa ausencia de acuerdo para su beneficio.
  • Padres permisivos. En la sociedad actual, debido al mercado laboral ya la escasez de tiempo, los progenitores intentan suplicar su ausencia a cambio de privilegios o excesiva atención en el breve tiempo que pueden dedicar a la labor de la crianza.
  • Ausencia de autoridad social. Nuestra sociedad trata a los niños con excesivo mimo, los propios docentes se siente desprotegidos antes los comportamientos de sus alumnos, carecen de herramientas para contener comportamientos y en la mayoría de las actuaciones no son apoyados los padres ni por las instituciones. Respecto a figura de los abuelos, en la actualidad muchos de ellos suplen la ausencia de los padres, y en cuantiosas ocasiones restan autoridad a las normas educativas de los padres, haciéndose cómplice del niño en sus travesuras y caprichos.

Características de los pequeños tiranos:

  • Egocéntricos, creen todo gira a su alrededor. Suelen tener un estancamiento evolutivo con comportamientos infantilizados. Si desde su nacimiento la familia ha girado entorno al bebé, identificándose el niño como el eje principal de su hogar, donde todas las acciones derivan en la satisfacción de sus deseos.
  • Inadaptación a las situaciones, pues tiene baja tolerancia a los cambios. Este comportamiento es derivado de que todas sus demandas que el niño realiza se cumplen de inmediato, sin esperar ni esfuerzo requerido para conseguirlo.
  • Carecen de empatía, pues son incapaces de ponerse en el lugar del otro, anteponen sus caprichos. No saben esperar turnos, y constantemente interrumpen las acciones de los demás.
  • Manipuladores. Exigen un alto nivel de atención, no solo de sus progenitores sino también de todo el entorno con el cual interactúa. A veces utilizan los berrinches y rabietas para conseguir su objetivo, pues ante dicha situación los padres suelen desistir y los niños consiguen su propósito.
  • Alto nivel de frustración. Asumir normas es un comportamiento complicado de realizar por este tipo de niño, por lo que a menudo entran en disputas con sus progenitores para evitarlas. Suelen responsabilizar a agentes externos de los resultados cuando no son los esperados o negativos.
  • Baja autoestima, pues no hay limite de exigencia y por lo cuan nunca están satisfechos con el resultado obtenido.

Cómo prevenirlo, pautas eficaces:

  • Establecer límites respecto a su conducta. Estos limites tienen que ser claros y contundentes. Ambos progenitores deben tener la mismo opinión y mostrarse de forma conjunta en el tema de toma de decisiones respecto al niño.
  • Refuerzos versus castigos. Frecuentemente los padres creen que a través de los castigos se reduce la conducta no deseada, para que así se produzca los castigos tienen que cumplirse sin ninguna objeción. Y no olviden los castigos pueden ser positivos o negativos. Respecto a los reforzadores, es más fácil reforzar conductas deseadas cuando las realice, fomentando la realización de las mismas. Los reforzadores no tienen porque ser materiales, los más eficaces son de índole atencional.
  • Implicarlos en el día a día, otorgándoles responsabilidades acorde a su edad, de esta forma adquieren responsabilidades y son copartícipes en la vida cotidiana.
  • Supervisar las actividades que realice el niño.
  • Evitar sobreprotegerlos.
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